martes

Un acosador empedernido, él… en secreto, en su soledad, se vuelve único testigo de un inusual y antihumano desarrollo de carácter emocional compulsivo, por ella, pero ya no por su compañía ni por su presencia, ni como pensaba al principio por su amor, sino por su ser entero, empezando por su piel, su carne, su sangre. Aquel deseo se hizo presente en ese sueño que con frecuencia se repetía en sus madrugadas, donde él yacía ingiriendo grandes mordidas de un corazón humano todavía crudo y sangrante, la tercera vez que soñó eso, se dio cuenta que el corazón le pertenecía a Vanesa, al elevar la vista, vio en su pecho una concavidad oscura, carnosa, donde debería estar su corazón, el sueño ahora parecía mostrarle un presagio de lo que él mismo se encontraría haciendo más adelante.

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