miércoles

Rubor.

Melanie tiene una voz apagada, le cuesta mirarte a los ojos, debido a su piel clara, cuando siente que ha dicho algo tonto se pone rojísima, no puede evitar que sus labios de frunzan, a veces hace comentarios muy fuera de lugar, cuando quiere conocer a alguien no se limita, sabe que es brusca en su manera, sabe que no lo hace como quisiera hacerlo, pero no le importa, prefiere arriesgar que mantenerse obedeciendo el miedo… miedo, eso abunda en ella, tiene un sinfín de miedos, por debajo de su ser corren ríos turbios, durante la clase en uno de esos ejercicios grupales donde teníamos que hacernos preguntas en ingles sobre nuestros hábitos, menciono todos los cigarros que suele fumar, veinte al día, mucho más si es que está con sus amigas(os) La entrometida compañera de al lado, una señora por su vestimenta, cartera y zapatos, decían que bordeaba los treinta, ingresó en la platica diciendo lo malo que es fumar, que saca arrugas, que tenía una amiga así, y ahora siendo joven aún tiene el rostro demacrado, Katherine no le respondió más que con gestos, sis, nos, y volteando su delicado rostro, se había sonrojado una vez más.

martes

Quería escribir...


Horas antes de visitar a Cristian, Aldo busco algún rincón en la calle apartado de todo lugar que le resulte familiar, no importaba donde, lo único que necesitaba era un estado de auto abandono, abstracción. Se le ocurrió el parque María Reich más allá del faro de Miraflores, se le ocurrió porque éste tiene un espacio amplio, circular un poco escondido, al que se llega descendido por una bajada, los domingos un grupo de Hippies se reúne en el centro desde las 6 de la tarde con tambores, guitarras, panderetas, y con su música empiezan a atraer a mucha gente en su mayoría Jóvenes que buscan un momento de ocio, echados en el pasto recibiendo las fuertes ráfagas del mar.

sábado

... Era bello, y se sentía orgulloso de tenerlo a su lado respirando con pasividad, sus ojos aún cerrados parecían mirarlo, pasó sus dedos por encima de la mejilla sin palparlas, frotándolas tan solo con su calor, respetando su sueño. Intentando no mover mucho la cama se fue arrimando hasta levantarse de ella, abrió el armario, buscó su bata color gris, se puso las pantuflas y caminó hacia el televisor. Bajo la pantalla estaba su Play Station, regalo de cumpleaños de su amiga Ines, aquel aparato también funcionaba como reproductor de DVD`s, ya que el no era fanático de los video juegos, le serviría para ver películas, pero entonces recordó al adolescente tardío de su hermano y pasó por su cabeza decirle que un día venga a su “depa” a jugar Mortal Kombat, Teken Tag, o Crash Car. Él diría que sí, que bravazo, que chevere, pero sólo ahí quedaría, en ningún momento se pondrían de acuerdo el día la hora, y aquel comentario terminaría olvidado entre las horas del día.