sábado

La manguera tirada sobre el pasto, mis zapatillas viejas dejan que parte del agua se filtre, Gloria estará tranquila, ya se acostumbró a no verme durante su refrigerio, pero todavía le gusta preguntarme segundos antes de dejarla ir hacia su aula, si es que estaré en la cafetería, yo le digo que sí, es una mentira que no es mentira, ella está creciendo y prefiere la compañía de sus amiguitos. Tengo en mis manos este denso libro, de un escritor que es capaz de hacerte participar en su obra, o hacer que parte de ella te palpe la cara, o te cubra en su misteriosa brisa. Noches anteriores me di cuenta que si concentro mi mirada en sus palabras mientras ando en pequeños círculos en mi habitación… similar a una máquina del tiempo, donde es necesario abolir el estado físico para permitir que aquel mundo paralelo se haga presente, fue así… es necesario caminar para poder penetrar esa dimensión, se que todos los que se han topado con él tienen alguna forma en particular de entenderlo, la mía es así, caminar, caminar, caminar, caminar… de pronto me vi en una zona urbanizada, el puente estaba muy lejos, y todavía sentía los cabellos de Michéle, los cigarrillos de Pierre, y me encontraba algo mareado…

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