lunes

Miramar

El contraste era notorio llegando al distrito de san juan de miraflores. A diferencia de San Borja y Surco. Las calles lucían agrietadas, cumulos de basura en las esquinas, medigos pidiendo limosnas. Gente amontonada. San Juan es una zona muy comercial, abundan toda clase de negocios. Sus alrededores son de pueblos jóvenes, donde abunda gente de mal vivir, rateros, delincuentes. Adictos a drogas. Sólo un lugar así podría ser el indicado donde poder hallar un hotel en el cual dos hombres puedan separar una habitación. Por lo general eso no es permitido, es muy mal visto. Pero en San Juan un distrito tan caótico y y permisivo era muy posible.

Quedaron por teléfono en el hotel Miramar que se encontraba curiosamente en una calle que lleva el nombre de un escritor que se refería a sí mismo como un marginal que disfruta de la compañía de marginales, y cuyas obras siempre trataban de cosas que pasaban en los suburbios. Jr. Bukowsky cuadra 16. 

El letrero del hotel se podía ver desde lejos, aquella calle estaba llena de bodegas y boticas. Jason ingreso a una de ellas a comprar un paquete de condones.

Teniendo en cuenta el consejo del taxista no sacaba el celular para nada. Chiquillos con escandalosas vestimentas pasaban de aquí para allá. En el parque había señores bebiendo tragos baratos y envueltos en una estimulante conversación. 

No disponía de una moneda de menor valor así que puso una de Un Sol en el teléfono público.
La pierna le temblaba, su respiración era más agitada, pero sintió mayor calma cuando escucho del otro lado la voz de Michael. 

-¿Baby ya llegaste?
-Sí, estoy afuera del hotel.
-Entra y dile a la señora de recepción que vas al cuarto 406
-Ok ya estoy entrando.
-Apúrate.

Antes de subir compró una botella de vino. No había ascensor. Durante el tramo susurros, jadeos, risas, gemidos, sonaban al rededor. Aquello lo empezaba a excitar.

     

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