martes

Quería escribir...


Horas antes de visitar a Cristian, Aldo busco algún rincón en la calle apartado de todo lugar que le resulte familiar, no importaba donde, lo único que necesitaba era un estado de auto abandono, abstracción. Se le ocurrió el parque María Reich más allá del faro de Miraflores, se le ocurrió porque éste tiene un espacio amplio, circular un poco escondido, al que se llega descendido por una bajada, los domingos un grupo de Hippies se reúne en el centro desde las 6 de la tarde con tambores, guitarras, panderetas, y con su música empiezan a atraer a mucha gente en su mayoría Jóvenes que buscan un momento de ocio, echados en el pasto recibiendo las fuertes ráfagas del mar.

Quería escribir, ver si aún era capaz de crear un poema sin que le parezcan frases ridículas que luego tacharía hasta romper la hoja del cuaderno. 

Quería escribir aunque desde ya sabía que no podría hacerlo, estaba somnoliento y acalorado, pero desde hace mucho que yacía suspendido en aquella sensación, sentía el acto de escribir como lo único que realmente le brindara un sentimiento de importancia. Citaba lugares, nombres, describía siluetas, colores, cabellos, pupilas, comisuras, resplandores… arrancó el papel, pudo haberlo arrugado y lanzado a que se pierda entre las rocas y rodara hasta al fin  llegar a la pista antes del mar, pero prefirió conservarlo, no precisaba de donde provenía el pensamiento, alguien le había dicho que nunca deseche los escritos, que ellos podrían ser una fuerte ayuda cuando en algún momento le haga falta, una línea, una frase, una idea. 

Quería escribir y era lo único que no estaba haciendo, divagaba la mirada en el horizonte, las espesas nubes, los rayos de luz atravesándolas, gaviotas girando posándose en los muelles, los parapentes, la niña de short verde, polo blanco y sombrero, junto a su padre volando una cometa, el abismo, su inclinación, sus prominencias, las plantas que crecen en él, una caída, la violencia con la que uno moriría de resbalarse, la segura muerte que uno encontraría, precedida por golpes, al tercero ya no habría consciencia, noción del dolor, los demás servirían para apagar por completo el tacto, pero la mente es lo ultimo en apagarse del todo, esta seguirá pensando aislada al cuerpo vería todo el proceso de su sufrimiento ¿y después? Por fin ingresaría a lo desconocido, una dimensión paralela inmaterial donde flotase todo el conocimiento y la verdad. Entonces… lo escribió, no salió un poema sino un relato que desde el principio no le convencía, pues estaba plagado de mentiras, lo peor es que ni siquiera eran sus mentiras, sino la de otros, influencia de autores esotéricos que hablan sobre la muerte también por influencia de otros autores, gran cadena de engaños. Aldo solo puede crear climas literarios apoyándose en sucesos que experimentó....

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